jueves, 23 de agosto de 2012

¡PUTOS CORTICOLES!


¡Cómo los odiaba de pequeña! 
Era un odio inevitable, un rencor que venía de mucho atrás y que me empujaba a tapar los oídos con cada anuncio de "El Corte Inglés".
No es que me mosquease ver toda esa ropita de marca que yo nunca iba a lucir, ni esos niños felices correteando como si la que se avecinaba no fuese con ellos; era lo que implicaba.
La palabra "corticoles" era sinónimo de que las vacaciones de verano estaban llegando a su fin.
Con solo oír "corticoles" me nacía un nudo en el estómago. Supongo que sería la misma sensación que sentirían todos los de "Verano azul" cuando veían correr, cada verano, a Pancho por la playa diciendo aquella frase que marcó a una generación : "¡Chanquete ha muerto!". Esta frase era el final del verano para Tito, Bea, Desi y los demás. La pena no era por Chanquete, ¡qué más daba! Se moría todos los años. La primera podía doler, incluso la segunda, pero ya la décima era: "¡Joder Chanquete! ¡Cuídate  tío!". Lo jodido era que el verano se iba a la mierda y había que volver al colegio.
¡Putos corticoles! Con su llegada hasta parecía que los días pasaban más rápido; hasta la naturaleza se ponía de su lado y acortaba los días. ¡Qué oscurecía antes! (Me da igual lo que digáis, es por culpa de los "corticoles").
Otro acontecimiento que marcaba la vuelta al colegio era: la llegada de los libros. Esa factura terrorífica que sufre cada padre y que sufrirán por los siglos de los siglos tenía su parte buena. El olor.
¡Qué bien huelen los libros nuevos!
Recuerdo que durante unos días mi casa olía a forro. Somos tres hermanos, imaginaros la cantidad de forro que hacía falta para proteger los libros. Esos libros que habían valido mucho dinero y que tenían que durar para el hermano que venga detrás. 
En mis tiempos los libros se heredaban. Con el paso del tiempo esa costumbre se fue perdiendo hasta su total desaparición (¡Hijos de puta!).
¡Que bonita era la sensación de poseer un libro manoseado y trabajado por otra persona! La sensación al tener un libro heredado era como la de encontrar un tesoro con muchos años en el que ir descubriendo enigmas o pequeños penes dibujados con boli "Bic".
Es una pena que ahora los libros parezcan ser solo una fuente de ingresos.
Para ser sincera, con los años y el desarrollo emocional y la madurez que eso implica me doy cuenta de que sigo odiando a los "corticoles". Supongo que ya es rencor por nuestras fricciones del pasado; aunque seguramente sea porque aún tengo que volver al cole. Aunque ahora esté del otro lado.



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